La pancarta del barrio es nueva, más artesanal y con más guindas: uno de los vecinos ha sido el encargado de hacerla y todos la miran con satisfacción. Pese al ambiente festivo y a la preparación de pegada de carteles masiva, no se habían concentrado tantos vecinos como en ocasiones anteriores. Sin embargo, la falta de concurrencia no afectaba a los ánimos de los vecinos que probaban si los silbatos y el megáfono que usan cuando hace falta en las asambleas funcionaban correctamente.
Cuando faltaban 10 minutos para las 17 horas, aparecieron por la call de Cartagena los vecinos del barrio de Prosperidad, escoltados por un coche de la policía municipal y dos agentes de la policía nacional que caminaban delante de ellos. La alegría de los que llegaban se unió a los que esperaban en la Plaza de San Cayetano en un grito conjunto de “¡De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste!”.
El camino hasta Manuel Becerra se hizo más rápido de lo que se había planeado y se tuvo que esperar en la plaza a que llegara el ramal que venía desde Ciudad Lineal. Cientos de personas se unieron en un “abrazo” de las columnas que, una vez juntas, tomaron con determinación la calle de Alcalá dirección Goya. Los manifestantes animaban a la gente a que se sumara a la marcha “¡No nos mires, únete!”, aunque algunos transeuntes observaban la marcha con extrañeza, sin entender lo que pasaba.
Al acercarse a la Puerta de Alcalá, muchas personas esperaban con globos y pancartas para sumarse a las centenares de personas que bajaban ya en dirección a Cibeles. No faltó algún ciudadano molesto que, ante la imposibilidad de atravesar la glorieta de la Plaza de la Independencia, pitaba desde su coche (un BMW) y su acompañante, que había salido del coche, hacía la peineta a los manifestantes.
Con la Cibeles a pocos metros, los ciudadanos empezaron a gritar a pleno pulmón y repetidas veces “¡Indignados!” y se sintió un rugido ensordecedor. La coordinación en la llegada de las marchas no estuvo tan sincronizada como en otras ocasiones pero aún así, a las 18 horas la mayoría de gente había llegado a Cibeles. Muchas personas acudieron al punto de encuentro por lo que el tramo entre Cibeles y la Puerta del Sol estaba lleno de gente mucho antes de que los ramales hubieran llegado. No se puede decir que hubiera una marcha real con cabecera entre estos dos puntos. La marea de gente era tremenda y entrar en Sol se convirtió en una odisea.
Las calles de acceso a Sol estaban colapsadas y llegaban al centro de la plaza sonidos de pitadas, batukada, cantos, consignas… desde todos los puntos. Estando la Puerta del Sol hasta arriba de gente, se pidió por megafonía que se apagaran los móviles para poder acceder al 3G y emitir en streaming lo que estaba pasando allí. Como fuera en mayo con el edificio en el que estaba la publicidad de L’Oreal con Paz Vega, en esta ocasión fue utilizado el emblemático edificio en el que estuvo durante años la publicidad de Tío Pepe y que ahora ha sido adquirido por la multinacional Apple. Sus andamios de obra permitieron colocar varios carteles reivindicativos y una tela blanca en la que se proyectaron mensajes sobre el 15O.
La noche transcurrió sin altercados y mucha gente se fue tras una asamblea que no consiguió consensos, en parte por intervenciones que por su falta de dinamismo aburrieron a los manifestantes. Pese a un final poco productivo, los ciudadanos que acudieron a Sol vieron cubiertas sus expectativas de éxito con creces, ya que la concentración fue masiva y la imagen de pacifismo del 15M que Madrid proyectó al mundo fue rotunda.